lunes, 5 de agosto de 2013

¡Mamá! ¡Pipí!



¡Mamá! ¡Pipí!” Qué satisfacción es ver mi peque ir directa al baño, oír desde el salón ese alegre sonido a riachuelo de montaña, imaginarla tirar de la cadena y llenarme de orgullo al darme cuenta que ahora se lava hasta las manos ella solita. ¡Ah! (suspiro) Qué poca nostalgia siento con el recuerdo de hace unos cuantos meses atrás...

¿Tesoro tienes que hacer pipí? Carita sonriente con expresión socarrona que significa: no puedo aguantar más de 5 segundos. Que también significa: si en algún momento del pasado mamá ganó alguna carrera de velocidad este es el momento para rememorarlo. ¡CORRE!! Agarra a la niña por las axilas y precipítate hacía el retrete o el árbol más cercano. “¿Como los perritos?” Como los perritos amor mío, todos somos mamíferos, todos podemos hacer pis debajo de un árbol si hace falta. Hemos llegado mi vida, ahora bajaremos el pantalón y .. VAYA…Ya lo has hecho. Bueno, querida, no pasa nada, ¡vivimos en tiempos modernos! Hay agua corriente, electricidad, lavadoras; seguro que la próxima vez llegaremos a tiempo. Pero acuérdate de avisar a mamá ¡eh!


Y con una media de dos lavadoras diarias, dieciocho braguitas, doce pantalones y diez pares de calcetines lavándose prácticamente sin parar ¡así empezó nuestra aventura del “vasino”! En contra de todas las mamas que no se cansaban de repetir: mejor en verano, en invierno ni lo intentes…Yo obstinada respondía: que más da un poco de frío, tampoco vivimos en Finlandia. Y además este fin de semana tenía un plan: dedicarme en cuerpo y alma al asunto con el método “Fellom” (Julie Fellom, Diaper Free Toddlers).

Pero retrocedamos, rebobinemos, volvamos al principio.

Antes de empezar con esta nueva y emocionante etapa hay que hacerse dos preguntas. Una objetiva y otra subjetiva. Y da igual que sea julio, octubre o febrero, no hay una fecha preestablecida para quitar el pañal a tu peque, lo importante es que los dos, o mejor los tres, estéis preparados para dedicarle tiempo, paciencia y amor al cambio.
Primera pregunta: ¿Mi niña está preparada?
Reflexionemos: ¿Percibe las señales físicas y es capaz de decírmelo antes de hacer pipí o caca? Casi siempre, excluyendo cuando al salir de la piscina, medio dormida por el cansancio, empezaba a evacuar decilitros de agua clorada con la misma fluidez de un manantial.
¿Intenta seguir a sus padres cuando van al inodoro? Más que seguirme, me perseguía. “¡A ver a ver a ver a ver!” con su vocecita de dibujo animado, y que no me atreviera a tirar de la cadena antes de que ella hubiese visionado mis desechos... “¡Ohhhhh!” ni que hubiera descubierto un milagro alquímico. Me hacía sentir como Piero Manzoni (polémico artista conceptual) delante del su más fiel admirador.
¿Se muestra independiente? ¿Se baja el pantalón ella solita? ¿Aguanta sentada unos minutos? ¿Si? Excelente.
Segunda pregunta: ¿Estoy yo preparada?
¡Claro! Lo estaba. Preparada psicológica y físicamente. El yoga para eso es una maravilla.

¡Así que era el momento! Bien. Juntas decidimos el color del orinal: uno de color rosa fucsia, que tanto se puso de moda el año pasado, nos pareció a las dos perfecto. El fin de semana elegido, además, teníamos nuestra agenda despejada de abuelos, tíos, cumpleaños, meriendas y recados. Y para dedicarnos al experimento decidimos aprovechar: la tranquilidad doméstica, el bote de plastilina ecológica que nos había regalado una amiga (moldear y amasar son juegos estimulantes para este momento de cambio) y, por último, nuestro mejor repertorio musical. Lo más importante era que nos íbamos a divertir: no iba a ser un obligación si no todo un descubrimiento.
Si lo lográbamos: fantástico, si no, lo repetiríamos más adelante. En ambos casos estaríamos felices de haber experimentado juntas, con alegría y mucho, muchísimo relax.

Y…¿como acabó la historia?
Ah ya... bueno... Hay que admitir que a la primera no conseguimos controlar el tema del pipi (pero a la segunda sí fue todo un éxito). Además decidimos abandonar el método Fellom: no nos convenció eso de llenar la casa de orinales y de quedarnos encerradas durante 48 horas seguidas bebiendo zumos, infusiones y batidos.
Pero eso sí ¡aprendimos a utilizar la fregona como verdaderas profesionales de la limpieza!

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